Ecos de la visita de Evo a Rubén

La reunión del Presidente del Estado con el Gobernador de Santa Cruz dejó incertidumbre sobre su agenda, pero también coincidió con la ruptura de la CIDOB con el oficialismo a propósito de los derechos indígenas reconocidos en la ley autonómica que se debate estos días. Se sospecha de un cambio en las alianzas.
El martes 15, se reunieron en Santa Cruz el presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, y el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas. Esta reunión fue a pedido del primero y sorprendió a más de uno. ¿Qué fue lo que motivó esta reunión? Esa fue la pregunta que estuvo dando vueltas durante la semana por la capital cruceña.
En el contexto previo a esta visita están las diversas fisuras y rupturas de las organizaciones indígenas con el Gobierno y en el seno mismo del partido oficialista. Estas divergencias dentro del antes cohesionado bloque masista no parecen ser menores y se reproducen a lo largo del país. Van desde la decisión de reeditar la marcha del oriente hasta La Paz, hasta los recientes desencuentros con la Conamaq por el tema de la democracia comunitaria, pasando por los casos de Uncía y Caranavi, entre otros.
Todo parece indicar que, en el caso de Santa Cruz, al haberse producido la ruptura con la CIDOB, el Gobierno ha optado por abrirse a negociar con los otros sectores involucrados en el tema autonómico; en este caso con el sector de la demanda autonómica departamental que encabeza Rubén Costas. De pronto han comenzado a verse con mejores ojos Gobernador y Presidente. La demanda autonómica departamental finalmente no tiene los ribetes territoriales que tiene la demanda autonómica indígena. Pero más allá de las motivaciones políticas circunstanciales, ese encuentro es evidentemente una buena señal y un paso conciliador en un país cuya población demanda precisamente diálogo y paz.

El conflicto con los indígenas del oriente

¿De qué se trata entonces la ruptura de la CIDOB con el Gobierno? En el fondo del asunto está la concepción de la autonomía indígena. El ministro de Autonomías, Carlos Romero, define cabalmente el problema con la siguiente frase: “la autonomía es cualidad de Gobierno y no de territorio”. Dicho entonces, lo que está en discusión es la extensión de los llamados territorios ancestrales, si éstos van a superponerse a los límites departamentales y el tipo de dominio que han de tener los indígenas del oriente sobre esos territorios vía las autonomías indígenas. Los indígenas del oriente sostienen que la autonomía indígena debe reconocer no solamente su derecho a la superficie territorial sino que debe extenderse al subsuelo y los recursos existentes. Vale mencionar que esto fue precisamente lo que se discutió en el marco de la Asamblea Constituyente y fue parte de lo logrado por los pueblos indígenas en ese escenario.
La Constitución Política del Estado, en su artículo 30, establece que: “se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan” los pueblos indígena originario campesinos; se indica también su derecho “a la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales en sus territorios” y también “a la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables existentes en su territorio sin perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros”. Esta es la parte que ahora incomoda al Gobierno, habida cuenta de las experiencias que ya hubo antes en el país y que terminaron con el Vicepresidente tildando de “minoritarios” a algunos pueblos originarios. Los indígenas se aferran al sentido de posesión territorial porque ven en eso una posibilidad real de disponer de ingresos.
El tema de la superposición de los territorios indígenas a los límites departamentales tiene otras aristas ya que muchos de estos territorios se superponen incluso a los límites con otros países. Tal el caso de los pueblos guaraníes que abarcan también Brasil, Paraguay, Argentina o del pueblo quechua que abarca desde el norte argentino hasta Ecuador.

Los otros conflictos

Pero los desencuentros del Gobierno ni empiezan ni terminan con los indígenas, aparecen otros sectores que se suman a los mismos. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado para que esto sea así en el momento de mayor éxito del MAS? La respuesta parece estar precisamente en el 64 por ciento obtenido en diciembre de 2009. Ese resultado es la victoria final tantas veces requerida por Evo Morales a sus bases, es la última barrera posible traspasada. Evo pidió y el pueblo cumplió. El pueblo le entregó la victoria con dos tercios y la posibilidad real de hacer gestión sin disculpa que valga de por medio. Era la hora de que Evo Morales, el presidente elegido, entregue todo lo prometido. Demasiadas expectativas en un país demasiado pobre.
Lo anterior no es cosa de otro mundo, sino algo humano, muy humano. El problema es que el MAS está teniendo más de un problema con las esperanzas generadas y las promesas empeñadas dentro del proceso de cambio, que están resultando demasiado grandes. El tiempo, en esa circunstancia, tampoco juega a su favor porque esas expectativas vienen con la urgencia de la fe puesta en un Estado Plurinacional que hasta ahora sigue sin terminar de organizarse y sin realizar gestión.

Volviendo a Costas

Si bien el encuentro fue a todas luces amable, queda la duda acerca de qué fue lo que se negoció políticamente y que no salió a la luz pública entre el gobernador Rubén Costas y el presidente Evo Morales. Algunas voces de la propia bancada cruceña indicaron que una de las cosas que se podría haber negociado es un silencio acordado acerca de los eventuales ataques a otras autoridades de la oposición y las posibles remociones de sus cargos. El tiempo y el silencio o no de Rubén Costas tendrán la última palabra.
Pulso

Nota : Ernesto Justiniano

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