No es la infusión tan conocida y consumida en Lorca y en todas partes.
Es una banda de rock llegada de Cochabamba.
Es una banda de rock llegada de Cochabamba.
El rock y su infinita gama de variantes se cultiva en Bolivia casi desde su nacimiento en Estados Unidos. En la década de los sesenta, la música juvenil difundida por las radios bolivianas, que eran el único medio, eran los boleros y alguna musiquilla pegajosa mexicana que más bien reflejaba el romanticismo de una generación que había superado los treinta años. Los "chicos" o como se dice con más propiedad bilingüe, los "teenagers" estábamos alejados del circuito de consumo. Nuestro lugar de expansión inocente era la calle y no teníamos un género musical que representara nuestro mundo emocional. De pronto, al influjo del éxito mundial que lograban figuras como la de Elvis Presley primero y poco después, Los Beatles, comenzamos a identificarnos con su música y nos incorporamos al protagonismo social luciendo largas melenas y ropas desaliñadas.
Aparecieron entonces las bandas criollas de las que nunca comprendí ni el inglés ni por qué tuvieran que cantarnos en esa lengua. Claro, su modelo era aquel, pero nadie comprendía las palabras, salvo alguno que hubiera visitado los "Esteits". La mayoría debíamos conformarnos con disfrutar de la música solamente.
Escuchar a Gianfranco Soligno, César Rojas, Osmar Ballesteros y Ángelo Jové, los miembros de Trimate, con su sonido robusto y sin estridencias, sus letras en inglés que sigo sin entender y sus timbres vocales, nasales y contestatarios, evoca el pasado y seguramente representa al presente juvenil, aunque las cosas no hubieran cambiado mucho desde aquellos ya lejanos y entrañables años sesenta.
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