Desde hace algunas semanas los dueños de micros y minibuses piden públicamente el aumento de los precios del pasaje del transporte urbano. La exigencia, años tras año pública, pero siempre latente en los objetivos del gremio, por su concepción particular: El servicio que prestan debe darles ganancias, cuantas más, mejor. De esta manera dejan de lado el significado de servicio.
Sin embargo, aun aceptando de que son empresas privadas con sus objetivos naturales de rentabilidad, no hay argumentos plausibles para que se les conceda el aumento que demandan. Un estudio publicado por la Autoridad del Transporte llegó a esa conclusión y todavía fue más allá: no sólo no deben aumentar el precio de los pasajes, sino que deben rebajarlo en algunas ciudades como Cochabamba. Esto tiene su lógica. Antes de que se usara el gas natural vehicular como combustible, el precio del pasaje era de 1,50. Luego, cuando ya todos los micros y trufis llenaban sus tanques con el gas, reduciendo sus costos hasta en un 80%, los transportistas se cuidaron de reconocer esta rebaja y aplicarla a las tarifas. Pero, no todos. Hay algunas líneas en que ofrecen el servicio a 1 boliviano y otras que una charlada convincente del pasajero hace que el chofer acepte esa rebaja. Con el estudio encargado por la oficina de regulación y pedido por los propios transportistas, se confirma esta situación. Pero, si los transportistas continúan exigiendo el aumento de las tarifas, y en el caso de que se les concediera, estaríamos ante la inadmisible situación de que los intereses de un gremio desequilibraría toda la economía nacional. No se debe olvidar que el mantenimiento de un rango moderado de los precios de la canasta familiar permite tener índices de inflación muy aceptables; pero todos los economistas están de acuerdo con que la subida de pasajes desencadenaría el alza de precios de prácticamente todos los productos básicos y lastimaría los bolsillos de los ciudadanos incluídos los transportistas. Finalmente, las organizaciones representativas de la gran población que usa el transporte público se oponen unánimemente a pagar más por trasladarse a trabajos, colegios y universidades. Los dueños de micros y minibuses deben comprender estos argumentos.
Nota : Opinion |
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