Nuevo reglamento de Patrimonio Histórico

La prensa informa sobre un nuevo reglamento de Patrimonio Histórico que permitiría construir más pisos en los edificios o casonas del centro histórico de Sucre (ampliando de dos a tres o cuatro niveles) lo que no puede dejar de causar gran preocupación. Esta ciudad patrimonial es un atractivo turístico y tiene tradiciones que todos tenemos la obligación de conservar.
A pesar de algunas aberraciones que se han cometido por ligereza o irresponsabilidad de quienes han pasado por la oficina de Patrimonio Histórico, hay que reconocer que Sucre ha mantenido su centro histórico atractivo. Aún se nota el tradicional color blanco en las fachadas y la mezcla entre lo colonial y lo republicano continúa siendo armónica.
Potosí, en cambio, esa ciudad llena de historia a la que todos los bolivianos le debemos tanto, siempre postergada por los sucesivos gobiernos que han hecho gala de la ingratitud del país para con la proveedora de riquezas mineras, ha destruido su belleza. Los techos de calamina, los inmuebles modernos construidos entre verdaderas obras de arte coloniales, los edificios de cemento edificados en los patios rodeados de galerías de bellas casonas, son ciertamente un atentado al buen gusto y al respeto que deberían merecer las obras de las anteriores generaciones. La Casa de la Moneda, la Catedral, el Convento de Santa Teresa, el encaje de piedra de la portada de San Lorenzo y varios templos, son grandes ejemplos de unidades aisladas de lo que podría ser simplemente parte de un bello e histórico conjunto.
Ese mal ejemplo, no podemos ni debemos seguir. Todos los funcionarios de Patrimonio Histórico, pero en forma muy especial los máximos ejecutivos, deberían ser profesionales de primer nivel, académicamente bien formados y con la experiencia necesaria para evitar que nuestra bella ciudad se vea negativamente afectada, peor aún ahora que atraviesa una etapa de lamentable desorden, sumado a una crónica suciedad, agravada por la destrucción simultáneamente de calles que hacen turno pacientemente para la reposición de su asfalto o pavimento.
Si el proyecto de reglamento tiene entre otros objetivos reducir el trámite burocrático que deben realizar los propietarios para hacer refacciones y modificaciones a sus viviendas, bienvenido sea. Sin embargo, el Concejo Municipal tendrá que recurrir a un asesoramiento técnico profesional para no meter la pata irreversiblemente, al aprobar algo que esté en contra de esta todavía bella ciudad.
Son aún contadas las “aberraciones” que están en el centro histórico, por lo que se pueden efectuar correcciones sin grandes inversiones. Lo grave sería permitir que, amparados en un nuevo reglamento, se cometan otras. Si el progreso de la ciudad y el incremento demográfico obligan a la construcción de edificios altos, como ya está ocurriendo, hay necesidad de establecer normas que antes no existían sencillamente porque no había necesidad. Sin embargo, ahora la cosa es diferente y las autorizaciones deben extenderse solamente para zonas alejadas del centro histórico, obligando a los constructores a evitar que los famosos tanques de agua parezcan sombreros de los edificios, lo que malogra la linda vista panorámica que tiene Sucre. Una cosa similar ocurre con la superficie que se cubre mal en la terraza de los edificios para que el ascensor llegue al último piso. Ambas cosas tienen que tener solución, obviamente con costo adicional, pero no hay otra porque la alternativa afecta significativamente a la estética.
Las autoridades municipales no pueden permitir, y por supuesto mucho menos aprobar, un nuevo reglamento que permita que nuestro bello centro histórico se vea perjudicado. El Concejo Municipal está todavía a tiempo para actuar responsablemente.

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