El Ekeko llega cargado de esperanzas

La Paz, 24 ene.- Pequeñas imágenes de plata, desnudas y corcovadas que representan al Ekeko fueron halladas en Tiwanaku. Otras con las mismas representaciones y esculpidas en piedra se encontraron en 1942 en la Isla del Sol. Este hecho hace suponer que en el sitio ceremonial del lago Titicaca existió un templo dedicado a la deidad andina durante la época prehispánica.
El Dios de la Abundancia, ahora con una representación distinta a la de la época prehispánica, forma parte de la tradicional Alasita (cómprame) que se inicia al mediodía de hoy. La costumbre es adquirir los objetos en miniatura con el anhelo de que pronto se hagan realidad.
Una de las referencias escritas sobre el Ekeko y su relación con Tunupa (dios andino) aparece en el diccionario de Ludovico Bertonio de 1612: “Ecaco-Thunupa, nombre de uno de quien los indios antiguos cuentan muchas fábulas y muchos aún en estos tiempos las tienen por verdaderas y así sería bien procurar deshacer esta persuasión que tienen, por embuste del demonio. Ecaco hombre ingenioso que tiene muchas tracas (entendiéndose que cumplía varias funciones)”.
El músico e investigador Ernesto Cavour, en su libro Alasitas, hace referencia a figuras antropomorfas y zoomorfas en piedra, barro y hasta oro pertenecientes a culturas que al parecer estuvieron presentes en los actuales departamentos de La Paz, Oruro y Potosí. Señala que estos trabajos están realizados en piedra negra basalto (extraída de minas prehispánicas a orillas del lago Poopó) y en andecita procedente de la península de Copacabana, en el lago Titicaca.
Algunos historiadores mencionan que Tunupa fue cristianizado, tiene una tradición en el contexto católico, porque después es representado como el Tata Santiago, San Bartolomé y Santo Tomás, y a su vez todas estas deidades católicas representan la presencia del rayo. Entonces, hay una relación entre el Ekeko y Tunupa.
El vínculo del Ekeko con el agua significa en la tradición un elemento importante para la siembra y la cosecha, la fertilidad de la tierra y la abundancia de la producción, ése es otro de los elementos que lo relacionan con la abundancia y la fertilidad.
Algunos historiadores mencionan que desde la época tiwanacota hasta el siglo XVIII, el Ekeko estuvo invisibilizado. Entre 1572 y 1575 surgió una extirpación de idolatrías por la llegada de los españoles, el rey Francisco de Toledo prohibió la existencia de cualquier imagen de deidades en tejido, cerámica y otro material.
El escritor Antonio Díaz Villamil, en su libro Leyendas de mi tierra, cuenta de la aparición de la imagen del Ekeko en el cerco a la ciudad de La Paz, en 1781, como quien había provisto alimento para los indios y españoles. En agradecimiento, el gobernador de entonces, Sebastián Segurola, ordenó la fiesta del Ekeko y la Alasita, el 24 de enero de 1783, en homenaje a la Virgen Nuestra Señora de La Paz. También pidió a su empleado indígena Isidro Choquewanca que trabajara una escultura del pequeño, pero con rasgos españoles de Francisco de Rojas, padre de su esposa.
El arqueólogo boliviano (fallecido) Carlos Ponce Sanginés considera, en su obra Tunupa y Ekako, que el origen del Ekeko es prehispánico porque se descubrieron varias esculturas de piedra con su descripción.
Al Ekeko se lo describe como un hombre dueño de un pueblo que actualmente existe y está en la cumbre de Sanachi. Era jorobado, la giba significa suerte. Predicaba, era como dios. Lo que le pedían, concedía. Su tamaño era pequeño y a su muerte le hicieron su imagen. Enseñaba el uso de yerbas medicinales a los habitantes de la cultura kallawaya.
Existe evidencia de que la creación de objetos en miniatura en épocas prehispánicas era una práctica bastante extendida entre las culturas de la zona andina.
En la época del Jallupacha o tiempo de lluvia, la celebración de la tradicional Alasita es motivo de festejo por su relación con la abundancia, alegría y fertilidad.
La autoafirmación cultural de los pueblos es expresada al mantenerse sus tradiciones y costumbres. El Ekeko, Dios de la Abundancia, es el personaje principal de la Alasita y del ritual colectivo que se celebra cada 24 de enero. La Feria de Alasita, que tiene como principal componente la venta y compra de artesanías, también incluye varios atractivos como los juegos de las canchitas, el tiro al blanco, la popular suerte sin blanca, las apuestas y otros.
RITOS Y CEREMONIAS
Al mediodía. La tradición dice que para que el anhelo se haga realidad, la adquisición de la miniatura o de los objetos debe producirse justo a las 12.00 de esta jornada.
Regalos. Otra de las costumbres no sólo es la compra de miniaturas, sino también el regalar a otras personas los mismos deseos que uno tiene. Algunos ciudadanos se ponen a repartir los billetitos como una señal de buena suerte y para que el recurso no les falte.
La celebración era en diciembre
Según el escritor Antonio Paredes Candia, las figurillas fálicas y diminutas a las que se refiere Carlos Ponce Sanginés son remanentes de remotas fiestas sagradas del solsticio de verano que se celebra en diciembre.
El investigador Arthur Posnansky dice que en fechas próximas al 22 de diciembre, en Tiwanaku “se realizaban rogativas a las deidades para que les traiga buena suerte, ofreciendo miniaturas de cuanto anhelaban poseer o alcanzar”. Estas referencias demuestran que la creación de miniaturas estaba muy difundida entre los pueblos precolombinos de la zona andina y que originalmente habían tenido un motivo agrícola. En 1783, esta fiesta, como muchas otras, fue trasladada por los españoles colonizadores al 24 de enero, fecha en que se recuerda a la Virgen de La Paz.

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