La iglesia de San Óscar Romero, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) fue el pasado jueves el escenario del velatorio de Nicolás Castellanos, obispo emérito de Palencia que tras renunciar a su diócesis se había trasladado como misionero a ese país.Castellanos falleció el pasado miércoles después de una cirugía de emergencia para atajar la hemorragia cerebral que había sufrido justo un día después de cumplir 90 años. La mañana de este vienes (hora local) se está celebrando la Misa de cuerpo presente antes de su entierro; en Santa Cruz, como él había elegido.
El lugar de la capilla ardiente resulta significativo ya que es la iglesia de Plan 3.000, la zona de Santa Cruz en la que se instaló Castellanos al llegar al país en 1992. Se llama así porque acogió a ese número de familias que habían perdido sus casas por una crecida en 1983 del río Piraí, que bordea la ciudad. Ya con cientos de miles de habitantes, es uno de sus barrios más humildes. Allí fundó el Proyecto Hombres Nuevos.
Desde el miércoles, a un lado y otro del Atlántico se han sucedido los mensajes de reconocimiento y condolencias. Al mismo tiempo que era velado en Santa Cruz de la Sierra, la ciudad de Palencia decretó el jueves un día de luto oficial que se prolongó desde el mediodía hasta las 12:00 de este viernes. La alcaldesa, Miriam Andrés, reconoció su legado, «sobre todo con los más vulnerables».
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, lamentó «profundamente» su fallecimiento. Fue, añadió, un «referente de entrega y solidaridad» que cambió la vida de «cientos de personas».
Por su parte la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén, aseguró que se empeñó en «construir una nueva sociedad a partir de la práctica cotidiana, individual y colectiva, de la solidaridad y la justicia social». Desde su institución, agradeció «esa vocación y esa labor tan encomiable», pues «apostó por los más desfavorecidos en su vida».
«Legado de solidaridad»
En Bolivia, la Gobernación de Santa Cruz expresó su «profundo pesar». Describieron a Castellanos como «un hombre que dedicó su vida al servicio, dejando un legado de solidaridad, justicia y amor por los más necesitados». Por su parte, la Alcaldía de esa ciudad destacó que fue un pastor que «entregó su vida al servicio de los niños, jóvenes y familias más necesitadas y que amó la cultura cruceña, convirtiéndose en un embajador de la misma».
La Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) también recordó a Castellanos como «misionero del amor en Cristo y en el hombre». Recordó su «actividad infatigable y febril a favor de este barrio, considerado uno de los más empobrecidos y abandonados de la capital del departamento». También alabó su «recia personalidad» y su «inquebrantable carácter, de voluntad que no conoce obstáculos ni desalientos».
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